Un sueño sobre raíles para Andalucía


Desde hace años sueño con un servicio ferroviario que conecte las provincias de Andalucía, y eso que ya no vivo en la comunidad autónoma que me vio nacer. Pienso que podría tener una línea con tres tipos de ferrocarril: local, semi-exprés y exprés especial, al igual que muchas líneas en Japón; y podría estar organizado además en dos ramales, norte y sur: de Huelva a Sevilla, y de la capital andaluza a Córdoba, Jaén y Granada por el norte, y a Cádiz, Málaga, Granada y Almería por el sur, pasando por algunos de los pueblos más habitados. No puedo imaginar si nos saldrían las cuentas al principio, pero quiero creer que habría alguna forma de convertirlo en un elemento transformador de Andalucía y, cómo no, en una importante fuente de ingresos.

El tren sigue siendo uno de los medios de transporte más respetuosos con el entorno. Es cierto que no es perfecto. Su impacto en el medioambiente ha sido estudiado, pero sigue siendo una de las mejores alternativas. Una red ferroviaria trazada con cuidado e inteligencia, salvando los obstáculos que se nos presentarían por el camino, reduciría mucho la dependencia del vehículo particular, algo que sigue siendo habitual en el sur. 

Tener un coche sería un gasto innecesario para muchos si se facilitara el transporte asequible en tren entre las principales ciudades y pueblos de las provincias. Para moverse dentro de la ciudad: bicicleta, autobús o taxi. Tener un auto se convertiría en una opción personal y no en una necesidad. Quiero creer que hay quien preferiría no tener que gastar sus ingresos en gasolina (o en electricidad, cuando toque), ni en un seguro, una plaza de garaje, un parquímetro o la revisión del taller cuando suena algo raro en el motor.  

Con el tiempo se haría notar un cambio en las ciudades: menos vehículos aparcados en la calle, más espacio para el peatón, mejor calidad del aire, menor ruido procedente del tráfico motorizado, una reducción de los accidentes de tránsito… 

Parte de la electricidad necesaria para el ferrocarril y sus instalaciones se podría generar con energía solar fotovoltaica a lo largo de los tramos y en las propias estaciones. Las ciudades andaluzas aparecen a menudo en las clasificaciones de lugares con más horas de sol al año en Europa. Quién sabe, tal vez hasta se podrían obtener ingresos de la venta de los excedentes. 

Y creo que ayudaría a mejorar la accesibilidad a la cantidad de pueblos maravillosos que hay en la montaña y en la costa andaluza. Unas zonas que podrían beneficiarse de un aumento del turismo local, nacional e internacional. Siempre que sea turismo de calidad, claro.

No debemos subestimar tampoco el poder de las propias estaciones de tren. En Japón construyen auténticos complejos de ocio con hoteles, centros comerciales, centros cívicos, oficinas postales y hasta oficinas de los gobiernos locales. Esto ocurre porque las empresas ferroviarias son privadas, o bien gracias a la colaboración público-privada a la hora de desarrollar infraestructuras. Por desgracia, creo que en España, y en concreto en Andalucía, no contamos hoy en día con corporaciones con el poder suficiente para llevar a cabo proyectos a gran escala que beneficien a todas las partes. 

Dicho sea de paso, en localidades más pequeñas no hay complejos tan grandes, pero lejos de convertir las estaciones en meras zonas de paso, en no-lugares encerrados en edificios sin identidad, son espacios donde se promociona la localidad y sus productos, puntos de encuentro vecinales.

Algo parecido ocurre con las áreas de servicio de las autopistas. Se han convertido en reclamos turísticos en sí mismas. En algunas hay hasta museos, aguas termales, supermercados con productos exclusivos del lugar, etc. Todo esto suma a la hora de disfrutar de la experiencia de viajar. No transitas del punto A al punto B partiendo de una estructura de hormigón vacía y llegando a otra.

Esta forma de entender el transporte ferroviario y sus elementos, además de contribuir a promocionar los pueblos, ayuda a ponerlos en el mapa. Es una necesidad. Atraer el turismo a estos lugares es atraer usuarios para este medio de transporte, y en el mismo tren viajan la generación de empleo y el aumento de los ingresos para esas zonas que no disfrutan de la atención especial que suelen recibir las capitales de provincia. No es una cura contra la excesiva centralización, pero sí un bálsamo contra el olvido y el abandono.

Es evidente que el modelo japonés también sufre sus males. A pesar de que las empresas ferroviarias son hoy grandes conglomerados de negocios, también han atravesado varias crisis y se han visto obligadas a cerrar estaciones en zonas remotas. El tren no puede tirar por sí solo del desarrollo de Andalucía, pero sí puede ser una de las puntas de lanza si la estrategia para su desarrollo tiene en cuenta varios frentes.

Pero pasan los años y de mi añorada tierra, Huelva, pocas noticias llegan sobre la mejora siquiera del transporte en autobús con Sevilla y Cádiz, menos aún del tren, salvo una estación inacabada y vacía de atractivos, con los mismos trenes escasos y madrugadores con destino a Madrid.

Un sueño sobre raíles para Andalucía

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